Ya sea en el arte o en otras facetas de la cultura, nuestro zeitgeist actual alienta la autointerpretación radical de los mensajes. marina santoró acoge esto con la paradoja de la inmediatez subliminal en sus lienzos de acrílico y tinta. Originalmente estudió dibujo clásico, pero se sintió conmovida por la naturaleza ilimitada del expresionismo abstracto. Ella habla de su inspiración como la danza perpetua entre la alegría de la libertad y la carga del caos: la sed humana por el control total de nuestra existencia, a menudo escapando de nuestro alcance. Y como un giroscopio, explora tres dimensiones en sus imágenes: "matices de colores, formas y texturas".
Su uso hábil y controlado del empaste muestra la mano magistral de la expresión. A veces, esquemas de colores apagados con cuadrados reconfortantes, se balancea hacia el otro lado con un diseño de broches geométricos. Santoro se mantiene fiel a los temas tridimensionales orgánicos y desafía la parte académica del expresionismo abstracto con su caja de herramientas que incluye esponjas sintéticas y la espátula. Después de crecer en dos continentes, continúa su movimiento inquieta, recorriendo alegremente el planeta. Asimismo, en sus obras de arte y diseños, su deseo es que el espectador haga un viaje cada vez que vea el trabajo sabiendo que "en diferentes momentos de la vida, el observador encontrará algo diferente allí". Y es por eso que insiste únicamente en códigos alfanuméricos para titular su trabajo: el espectador hace su propio mensaje en su propio lugar y tiempo.